Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna… Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó. Exodo 20:8-11.

Algún día nos daremos cuenta de que lo que más necesitamos en la vida es estar con Dios, asegurarnos su amor y su bendición, y ver la vida desde su perspectiva luminosa y esperanzadora. Porque, si lo hacemos, comprobaremos que el resto de la gente, de las cosas y de las situaciones, por adversas y duras que nos parezcan estas últimas, se ubicarán en su debido lugar y, tarde o temprano, tendrán una resolución feliz. Si estamos con Dios, y le entregamos nuestra vida y nuestros problemas a él, tendremos todo lo que necesitamos.

Pero, para eso, para lograr esa experiencia de seguridad, plenitud y delicia, es necesario que dediques tiempo a estar con Dios. No es posible que aprendas a cambiar tu perspectiva ofuscada de la vida, producto de la confusión de la sociedad en la que vives, de lo acuciante de los problemas que te agobian y de los quizás erróneos patrones de pensamiento que has adquirido, para enfocarte en la forma de ver la realidad de Dios, sin que te concentres en él, en buscarlo, en escucharlo, en percibirlo.

Para lograr este fin, además de nuestros espacios cotidianos absolutamente necesarios que debemos dedicar a buscarlo, Dios ha provisto un tiempo semanal -permíteme decirlo- con carácter de obligatoriedad, para que nos encontremos con él. Y lo ha hecho así, en forma de mandamiento, porque sabe que al ser humano le cuesta mucho frenar su inercia y detenerse a cultivar su dimensión espiritual y su relación con Dios. Ese tiempo es el día de reposo semanal, el séptimo día de la semana, el sábado bíblico.

Pruébalo. Dedica los sábados a buscar a Dios de todo tu corazón, a escuchar su voz, a sentarte a los pies de Jesús, como María, para escuchar su palabra, para contemplar su amor y recibir de él su bendición, porque entonces, como ella, recibirás “la buena parte, la cual no [te] será quitada” (Luc. 10:42).

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






NUESTRAS CREENCIAS
SUSCRÍBETE A NUESTRO BOLETÍN DE ESPERANZA

NUESTRAS CREENCIAS
NUESTRAS CREENCIAS

Las creencias adventistas tienen el propósito de impregnar toda la vida. Surgen a partir de escrituras que presentan un retrato convincente de Dios, y nos invitan a explorar, experimentar y conocer a Aquel que desea restaurarnos a la plenitud.

Leer más.


Síguenos en